El producto se lanzó al mercado en 1963, cuando el inventor trabajaba en la empresa Aurora, y se convirtió en un objeto de utilidad en millones de hogares argentinos.
El mundo del diseño industrial se encuentra de luto tras la triste noticia del fallecimiento de Hugo Kogan, reconocido diseñador argentino y creador del icónico encendedor Magiclick. Kogan, de 88 años, falleció este sábado por la tarde en la ciudad de Buenos Aires, en circunstancias que aún no han sido reveladas. Su partida deja un legado imborrable en el ámbito del diseño y la innovación.
Hugo Kogan fue honrado con el Diploma al Mérito de los Premios Konex en tres ocasiones: 1992, 2002 y 2012, en la categoría de los mejores diseñadores industriales de la década. Su talento y contribuciones en el ámbito del diseño también se reflejaron en su participación como miembro de la comisión académica encargada de la creación de las carreras de Diseño Industrial y Diseño Gráfico en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
La FADU manifestó su tristeza en las redes sociales al despedir a Hugo Kogan, destacándolo como un profesor y referente del Diseño Industrial en Latinoamérica. Su partida deja un vacío en la comunidad del diseño y en la educación de las nuevas generaciones de diseñadores.
Sin embargo, será recordado especialmente por su creación más emblemática: el encendedor Magiclick. En 1963, mientras ocupaba el cargo de director del departamento de diseño de la empresa Aurora, Kogan dio vida a este revolucionario dispositivo. El nombre del producto, Magiclick, fue elegido para resaltar su capacidad de encender la llama con solo pulsar un botón. La publicidad de la época destacaba su calidad y prometía una vida útil de 104 años.
El Magiclick fue el resultado de la experimentación con la tecnología piezoeléctrica, que en aquel momento era innovadora. La empresa tenía previsto vender 5.000 unidades mensuales, pero el éxito fue abrumador, y los pedidos ascendieron a 80.000 unidades cada mes. Este encendedor se convirtió en una pieza emblemática de la idiosincrasia doméstica argentina y llegó a millones de hogares en todo el país.